LECTURA 13
Lectura comprensiva 5º
LA CLASE
La clase, entonces, se convirtió en un auténtico jolgorio. Las gafas de Noemí terminaron chocando contra el suelo, mientras ella se secaba las lágrimas con las manos. No estaba claro si lloraba de risa o de tos o de ambas cosas al mismo tiempo.
El Celulín extrajo un pañuelo del bolsillo y se secó la frente. En el otro extremo de la clase, Clarisa Gutiérrez levantó la mano. Clarisa tenía el pelo rubio, los ojos claros y una barbilla perfecta. Ella sabía que era, con mucho, la niña más guapa de la clase. También era famosa por ser capaz de decir a los profesores exactamente todo aquello que los alumnos pensaban, pero que nunca decían.
‐A lo mejor aprenderíamos más si, en lugar de hablar del camello, hablásemos de un animal más conocido para nosotros—se interrumpió un poco, y continuó en un tono muy digno‐. Creo que sería adecuado que hablásemos de una vaca.
‐¡Eso! ¡Eso!—gritó Urso, desde cuatro pupitres más a la derecha‐. Las vacas molan mazo…
¡Queremos hablar de vacas!
La clase se agitó de nuevo.
‐¡Silencio!—se desgañitó el Celulín.
Los alumnos se calmaron un poco. El profesor se aclaró la garganta y, girando el cuerpo hacia el dibujo de la pizarra, prosiguió:
‐Verán ustedes: el camello y las vacas tienen idéntico aparato digestivo…
En ese momento, Zas hizo una seña a G.J. Ambos se introdujeron el bolígrafo en la boca, con la pelota de papel chupado apuntando hacia la calva del Celulín.
Los lagartijos pasan miedo.
Alejandra Vallejo Nágera
C.F.M.
Pregunta 1
Pregunta 2
Pregunta 3
Pregunta 4
Pregunta 5
Solución
Pregunta 6
Pregunta 7
Pregunta 8
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