LECTURA 31
Lectura comprensiva 4º
LAS CEREZAS DEL CALIFA
Hace muchísimos años, un califa quiso conocer todo su reino y emprendió un largo viaje a través del desierto. Un día llegó a una lejana ciudad.
El gobernador le recibió y le ofreció una canasta llena de frutos rojos y brillantes. El califa quedó entusiasmado por el sabor de aquellos frutos y preguntó cómo se llamaban.
-Son cerezas, señor – respondió el gobernador.
Durante los días que estuvo en aquella ciudad, el califa no paró de comer aquellas frutas dulces y fresquísimas. Y cuando llegó el momento de regresar a la capital, mandó cargar varios camellos con cerezas. Pero por el camino, con el calor y el polvo del desierto, las cerezas se echaron a perder.
Una vez en palacio, el califa ordenó sembrar los huesos de las cerezas.
Pero hacía falta tiempo para que los cerezos crecieran y dieran fruto y el califa entristeció.
-Hay que hacer algo para que el califa recobre su alegría-decían los ministros.
Todos intentaron entretener a su señor, organizaron fiestas e idearon diversiones. Pero nada podía alejar la tristeza del califa.
Entonces los ministros decidieron mandar un emisario para informar al gobernador de la lejana ciudad. Y pensando, pensando, el gobernador tuvo una idea.
-Escoged seiscientas parejas de cerezas unidas por el tallo-ordenó- y que venga el encargado de las palomas mensajeras.
Un buen día, el califa vio llegar a su palacio una bandada de seiscientas palomas. Y cada una llevaba en el pico una ramita con dos cerezas. La cara del califa se iluminó. Allí estaban las cerezas intactas y frescas. Ya no tendría que esperar a que sus cerezos crecieran.
Entonces el califa recuperó la alegría y mandó recompensar al ingenioso gobernador.
C.F.M.
Lectura comprensiva 4º
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