LECTURA 6
LA LIEBRE QUE TENÍA LAS OREJAS GRANDES
Érase una vez una liebre pequeñita que tenía las orejas enormes. Las otras liebres se reían de ella:
-Tienes las orejas muy grandes. ¡Qué fea eres!
La pobre liebre se ponía muy triste y decía:
-Todavía tengo que crecer y espero que las orejas no me crezcan más.
Pero no sucedió lo que ella se imaginaba. Creció ella y también crecieron sus orejas. Las otras liebres le decían:
-Con esas orejas tan grandes no podrás correr y te cazarán muy pronto.
Y la liebre se ponía muy triste porque no le había servido de nada crecer. Pero, con sus grandes orejas, podía oír mejor que las demás liebres. Podía oír cómo se movían los escarabajos, podía oír cómo se arrastraban las lombrices de tierra, y hasta podía oír caer una pluma de pájaro.
Un día que todas las liebres estaban en un campo de trigo, apareció un cazador con un perro. El cazador estaba muy lejos, pero la liebre de las orejas grandes le oyó. Rápidamente movió sus grandes orejas, y como un molinete empezó a girarlas. Las demás liebres, que la vieron, echaron a correr hacia el bosque y se escondieron.
El cazador no las pudo encontrar y se marchó a su casa con el zurrón vacío.
Entonces todas las liebres dijeron a la de las orejas grandes:
-¡Qué suerte tener unas orejas tan grandes! ¡Verdaderamente no son tan feas!
Y desde aquel día la liebre presumió de sus grandes orejas.
Úrsula Wölfel
C.F.M.
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