LECTURA 51
EL PERRO Y EL HUESO - I
Había una vez un perro que solía merodear cerca de la puerta trasera de una carnicería, esperando que alguien le echara un hueso. Siempre que el carnicero se le acercaba, el perro lo miraba con ojos lastimeros y gemía un poco para que se apiadara de él y le diese algo, pero el hombre siempre exclamaba:
- ¡No tengo nada para los mendigos¡ ¡Fuera de aquí!
Pero el carnicero tomó un muchacho a su servicio para que le ayudara en la tienda. Era bondadoso, y a veces, cuando el dueño no podía verlo, echaba trocitos de cerdo al perro. Él se los tragaba en seguida, para no atraer a ningún otro perro.
-Come, Bienve, come - le decía, enternecido, el muchacho-
Pronto otros perros comenzaron a visitar la parte trasera de la carnicería. El muchacho les daba lo que podía, pero siempre guardaba los mejores trozos para su preferido.
Un día, el pequeño ayudante del carnicero pudo disponer de un gran hueso de jamón. Tan pronto como vio al perro, se lo puso en la boca
diciéndole:
Toma, para ti, Bienve. Que nadie te lo quite.
C.F.M.
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