LECTURA 49
LA CAMISA DEL HOMBRE FELIZ - II
Un día se presentó en la corte un anciano y solicitó audiencia con la soberana.
Majestad, he sabido de la enfermedad del príncipe y quiero intentar curarlo.
Gracias, buen hombre –contestó la reina con un rayo de esperanza en su rostro-. Decidme qué podemos hacer.
Señora, debéis buscar la camisa de un hombre feliz.
Creo que el contacto con esa prenda podrá contagiar al príncipe la dicha que le falta. Pero tiene que ser la camisa de un hombre verdaderamente feliz. Si no, no servirá.
Sin perder un instante, la reina envió a sus embajadores por todo el mundo en busca de un hombre feliz.
Pasado un tiempo, la visitaron muchas personas que parecían felices.
Pero, durante sus conversaciones, ella no tardaba en descubrir que aquel que tenía salud y familia echaba en falta el dinero; y aquel que poseía riquezas, se sentía solo. Nadie, pues, era totalmente feliz.
C.F.M.
Solución
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