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LECTURA 50

 

EL ARADO Y LOS BUEYES

 

 L50.1

 

Su padre era labrador y tenía algunas tierras. Una tarde se durmió arando con los bueyes. Y como no volvía el arado, los bueyes siguieron y se salieron del campo. El hombre seguía andando, con sus manos en el arado. Iban hacia Poniente. Tampoco a la noche se pararon. Pasaron ríos y montañas sin que el hombre despertara. Hicieron todo el camino hasta llegar a Portugal. El hombre no despertaba. Algunos vieron pasar a este hombre que araba con sus bueyes un surco solo, largo, recto, a lo largo de las montañas, a través de los ríos. Nadie se atrevió a despertarle. Una mañana llegó al mar. Rompían las olas en sus pechos.

El hombre sintió el agua por el vientre y despertó. Paró a los bueyes y dejó de arar. En un pueblo cercano preguntó dónde estaba y vendió los bueyes y el arado. Luego cogió los dineros, y por el mismo surco que había hecho, volvió a su tierra.

(R. Sánchez Ferlosio)

L50.2

C.F.M.

 

Pregunta

¿A qué se dedicaba el padre?

Respuestas

Trabajaba en la tierra.

Trabajaba en Portugal.

Arreglaba arados.

Retroalimentación

Pregunta

¿Por qué llegó arando tán lejos?

Respuestas

Porque le gustaba viajar.

Quería vender los bueyes.

Se durmió arando.

Retroalimentación

Pregunta

¿Cómo se despertó?

Respuestas

La gente lo despertó.

Lo despertó el frío del agua.

Al llegar a un pueblo.

Retroalimentación

Pregunta

¿Qué hizo con el arado?

Respuestas

Lo dejó tirado.

Se volvió con él.

Lo vendió.

Retroalimentación

Pregunta

¿Cómo volvió a su casca?

Respuestas

Volvió en autobús.

Volvió siguiendo el surco que había hecho.

No volvió.

Retroalimentación