LECTURA 16
EL LEÓN Y EL RATÓN
Había una vez un ratoncillo que cayó prisionero en las garras de un león, al que estaba molestando mientras intentaba descansar. Ya iba a comérselo cuando el ratón, llorando, le suplicó perdón:
― ¡Por favor, no me comas! Si me dejas libre, quizá algún día yo pueda ayudarte, si tú me necesitas. Además, yo soy una pieza insignificante para alguien tan poderoso como tú.
Al león le hizo gracia la petición del ratón y con tono orgulloso dijo:
― Está bien, te perdono.
El ratón le dio las gracias y salió corriendo lo más deprisa que pudo, antes de que el león pudiese arrepentirse de haberle liberado.
Poco tiempo después, el león mientras cazaba tropezó con una red oculta en la maleza. La habían tendido los cazadores, y allí quedó preso. Atronando la selva, el león rugió fiero y, a pesar de sus esfuerzos, no conseguía salir.
Afortunadamente, el ratoncillo libre lo escuchó y llegó corriendo. Comenzó a roer la cuerda con sus dientecillos, y al final el león quedó liberado. Antes de marcharse, el ratón le dijo al rey de la selva:
― ¿Ves como hiciste bien en liberarme? A los poderosos y fuertes les conviene ser piadosos con los débiles. Tal vez puedan necesitar su ayuda en alguna ocasión.
C.F.M.
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