LA LEYENDA DE ESTHER

Lola encontró la siguiente historia en un libro de la biblioteca y la guardó para contársela a sus compañeros una noche en el camping.

La noche se acercaba, Daniela cada vez tenía más miedo de comprobar las teorías que rondaban en todo el pueblo.
¿Podría ser cierto?, ella no lo creía así, sin embargo, un escalofrío le recorrió cuando finalmente llegó al lago Akimer.
Se detuvo un momento a observar que justo en medio del lago crecía un árbol del que colgaban varias muñecas de trapo. Esto provocó que el escalofrío anterior fuera sustituido por uno nuevo y muy intenso.
Por fin la luna estaba totalmente visible en el cielo, justo como la leyenda decía. Poco a poco se fue inclinando hasta verse reflejada en el agua cristalina del Akimer. No pudo creer lo que vio y no pudo decírselo a nadie.
Cierta leyenda contaba que una traviesa joven llamada Esther todos los días bajaba al lago Akimer a jugar con sus muñecas de trapo, era una rutina diaria, pero nada tediosa.
Un día la joven se encontró con
un viejo libro enterrado bajo
una piedra. Este libro decía que
pertenecía a una bruja que había
vendido su alma a un ser oscuro
y que un día desapareció. Quien encontrase el libro tenía el deber de traer a la bruja al mundo de los vivos otra vez. Esther encontró esto muy divertido e irreal, pero se llevó el libro a su casa y se dedicó a leerlo una y otra vez. Sin embargo, no leyó la advertencia que estaba escrita al final bajo la frase “El que avisa no es traidor” y que decía así:

“Haz lo que te digo, que por curioso es tu castigo,
Si no lo llegaras a hacer, atente a lo que te va a suceder,
En la noche temerás, pues al mundo de los muertos entrarás”.

¡Menudo error había cometido Esther! No había leído la advertencia. Al caer la noche el libro se empezó a iluminar. Esther jamás despertó de su sueño, peor aún, jamás la encontraron. Muchos rumores se escuchaban por el pueblo, tales como que Esther también era una bruja.
Muchas desapariciones siguieron a la suya, nadie sabía qué pasaba realmente. A los habitantes de los alrededores les sorprendían mucho las muñecas de trapo colgadas de aquel extraño árbol, pero nadie sospechaba nada hasta que un día alguien en el pueblo vio asomarse a un niño al lago. Observó la cara de terror del niño y vio claramente que una joven parecida a Esther, pero muy demacrada, se asomaba y lentamente metía al niño al lago; en ese instante una nueva muñeca apareció en el árbol con la ropa que el niño vestía.
Nadie volvió a acercarse al lago en luna llena, sin embargo, de vez en cuando había algún que otro joven aventurero que lo intentaba… ¿te atreverías tú?

Tomado de www.cuentosbreves.org

Fuente: Prueba de evaluación individualizada. Consejería de Educación y Universidades.Región de Murcia.