LECTURA 37
ANABEL
Érase una vez Anabel, una princesa muy egoísta. Su padre, como tenía mucho dinero y ella lo quería todo, no le daba nada a sus hermanas.
Sus hermanas se quejaban porque Anabel gastaba mucho y cada vez quería más. Un día su padre ya cansado de su egoísmo, quiso gastarle una broma para ver si así aprendía a compartir. Cuando le pidiera más dinero le harían creer que no tenían más. Se vestirían con ropa harapienta, como si fueran pobres.
Anabel al verlos así vestidos, se creyó que en realidad se habían arruinado y se asustó mucho.
-¿Qué compraré ahora sin dinero?
Después de un rato, Anabel se dio cuenta que le estaban gastando una broma y comprendió que no debía ser tan egoísta, siempre debía compartir todo con sus hermanas.
C.F.M.
Solución
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