Un día estaba Eduardo Porcachón, el cerdo aventurero, sentado en su pocilga, cuando pasó por allí la ardilla TT con ganas de charla.
- Es una pena que aquí en la granja no pase nada. Es puro aburrimiento.
Entonces pasó por allí el buey Alberto. Eduardo se puso en pie y dijo:
- Estoy planeado ponerme al frente de una expedición… mañana.
- ¡Ooooooh! –exclamó la ardilla TT-. ¿A dónde, Eduardo?
- ¡Mañana subiré al Monte de las Hayas!
Se produjo una breve pausa y acto seguido dijo Alberto:
- Eso lo hace cualquiera.
- No por la ruta difícil – repuso Eduardo lleno de Osadía.
- ¡Sopla, Eduardo! – esclamó TT-. ¿Podemos acompañarte todos?
- Puede venir el que quiera – respondió Eduardo generosamente.
A la mañana siguiente hacía frío y llovía, pero a pesar de ello acudieron todos los animales de la granja a presenciar la salida de la expedición, compuesta por el propio Eduardo, la ardilla TT, Héctor, el perro de la granja y el buey Alberto.
Empezaron el ascenso, pero una inmensa niebla les envolvía, de tal forma que Héctor y TT vieron a Eduardo desaparecer en la niebla.
- Regresemos –dijo Héctor.
- Buena idea –convino TT.
Y sin dudarlo más, corrieron hacia la granja.
Eduardo, desesperado porque no veía a nadie con esa gran niebla se dejó caer en el suelo a esperar que levantase la niebla.
Eduardo, que había estado allí sentado todo el día, esperado que la niebla desapareciera, comenzó el camino de descenso al atardecer, ya que no quería que sus amigos pensaran que no había conseguido su objetivo.
Cuando llegó a la granja todos le estaban esperando para que les contara su aventura:
- Es una pena que no hayáis disfrutado de la magnífica vista de allí arriba.
Y el resto de la semana puedo oírse por todas partes a Eduardo hablándoles a sus amigos de su gran expedición al monte de las Hayas.
C.D.A.