LECTURA 44
LOS RATONES DEL DESIERTO
En el desierto, de día hace un calor horrible, y por la noche hace tanto frío que las piedras saltan en pedazos. Por eso ya casi no quedan piedras. Con el paso de los años, se han ido rompiendo todas y se han convertido en arena. Solo el maligno y negro escorpión, que tiene el caparazón más duro que una piedra, puede vivir allí. Pero también él tiene que esconderse bajo la arena durante el día, pues, de lo contrario, no podría soportar el calor.
En el límite del desierto no hace tanto calor. Incluso llueve dos veces al año y crecen grandes cactus que llegan a ser tan altos como los árboles. Estos cactus cogen agua de lluvia dos veces al año y la almacenan en su interior. Por fuera, los cactus son secos, duros y llenos de espinas; pero, por dentro, son tan suaves y jugosos como melones. Y como en el límite del desierto hay agua, pueden vivir allí los ratones: los ratones del desierto.
El color de la piel de estos animales es amarillo como la arena.
Son pequeños y tienen los dientes muy afilados. Cuando tienen sed, con sus dientes hacen agujeros en los cactus y beben el agua de la lluvia almacenada en ellos. No necesitan mucha comida: con un mordisquito de cactus tienen suficiente para dos días. Construyen sus casas bajo las raíces de los cactus, pues es el lugar más fresco.
C.F.M.
Solución
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